sábado, 12 de septiembre de 2009

Zona Sur, la película del proceso de cambio (Sergio de la Zerda)

Bien decía el escritor cochabambino Ramón Rocha Monroy, que una de las cosas más importantes que hizo Evo Morales y su gobierno fue poner al país entero en un diván, presto para una conflictiva sesión de psicoanálisis. No se me ocurre mejor metáfora para definir las agudas transformaciones, no tanto económicas como sociales, que Bolivia vive desde el 2006. De un solo jalón, cambas y collas, ricos y pobres, indígenas y mestizos, nos vimos tirados en un sillón en el que tal vez muchos por primera tomaban conciencia del “otro”, un otro invisibilizado por siglos o un otro que hizo su vida en protegidos reductos, como el de la zona Sur de La Paz.

Precisamente es en esta área residencial, la más exclusiva del país, donde paradójicamente los “ricos ven desde abajo a los pobres”, en la que el cineasta Juan Carlos Valdivia decidió contarnos su versión de este “psicoanálisis” colectivo. Lo que consiguió fue una personalísima obra de cine de autor que, sin embargo, grafica con maestría esta sociedad que muta. A contracorriente de filmes como El Estado de las cosas (Marcos Loayza, 2007), Cocalero (Alejandro Landes, 2007) y Evo Pueblo (Tonchy Antezana, 2008), cintas que, con mayor o menor calidad, apelaron al realismo documental para pintarnos el panorama reciente, Valdivia nos propone una ficcional historia mínima.

“La vida transcurre sin mayores contratiempos en esta gran casa rodeada de un hermoso jardín. Es un mundo maravilloso, una gran burbuja de confort donde conviven diversas esferas individuales: la madre, Carola, sus tres hijas, Patricio, Bernarda y Andrés y los habitantes aymaras de la casa, Wilson y Marcelina”. Tal el escenario básico en el que las tensiones personales de los convivientes son una profunda alegoría de los sucesos actuales.

Un aire enrarecido circulaba por la urbe paceña la tarde del 22 de enero del 2006, día en el que el primer presidente indígena tomaba juramento. Definitivamente, algo se había roto en Bolivia, dando paso a una nueva era. Parte de ese “algo” era el hecho de que las reducidas clases dominantes veían por primera vez amenazados sus espacios y privilegios, por las mayorías simbólicamente empoderadas. Zona Sur se refiere muy brevemente y apenas a Morales y su gestión, pero es elocuente al exponer cómo una adinerada y clasista familia respira el nuevo orden de cosas. También de un jalón, aunque señalado a partir de la cotidianidad que muestra el filme, a Carola (Ninón del Castillo) y los suyos este país les parece más extraño que siempre. Ya no se sienten los soberanos dueños de una nación con la que, por otro lado, jamás se sintieron identificados. Las circunstancias hacen que incluso se vean obligados a interactuar humanamente -a veces con gusto y otras sin disimular su asco- con aquellos a los que sus generaciones anteriores consideraron por siglos inferiores, cuando no invisibles. Y esos “otros” empiezan a tomar conciencia de que son de todos modos imprescindibles, de que ellos son la base de una pirámide social que comienza a derrumbarse, abriéndoles espacios antes impensados. Muy lejos de lo panfletario o el cliché, Zona Sur tiene su buena porción de su riqueza en traducir las fricciones sociales en actitudes, en gestos, en maneras a veces contradictorias de vivir y ver el mundo.

Harto nos quejamos de que Bolivia nunca tuvo movimientos artísticos que acompañen las transiciones históricas. La obra de Valdivia, sin proponérselo explícitamente y como ninguna otra cinta de estos años, fija su enfoque en el proceso de cambio.

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mirandoelhumo@yahoo.com