sábado, 22 de agosto de 2009

Latinoamérica en la encrucijada

La dimensión continental de los tres proyectos de futuro que están en disputa es un tema que no debe estar ausente de los debates electorales

Toda Latinoamérica, así como muchos de los países de la región, se está aproximando a grandes pasos a un punto del camino en el que se abren por lo menos tres opciones entre los que pronto habrá que elegir. Una encrucijada ante la que los tres caminos que se abren, por lo diferentes que son los destinos a los que conducen, obligarán a los gobernantes y a los pueblos a tomar trascendentales decisiones.

Cada uno de los tres caminos tiene sus respectivos abanderados. Colombia y Perú, ya están encaminados por uno de ellos. Brasil, Chile y Uruguay se encaminan por el del medio, y Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, remolcando a Cuba, optan por el tercero.
Los escenarios en que se miden las tres opciones son dos. El internacional, y el que corresponde a las pugnas políticas internas en cada uno de los países. La OEA y Unasur, por una parte, y los procesos electorales que se realizarán próximamente en varios países por la otra.

En el escenario continental, la crisis de Honduras y el acuerdo militar entre Colombia y Estados Unidos son los puntos que marcan la separación de los caminos. Ambos temas han dado cuenta de la magnitud de las discrepancias y de lo intensa que es la lucha por marcar el rumbo a seguir.

Las elecciones que pronto se realizarán en Chile, donde por primera vez en las últimas décadas se perfila una derrota de la Concertación, lo que dejaría abierto el camino para que Piñera alinee a su país en el primer bloque, con Colombia y Perú, adquiere por eso una importancia que trasciende con mucho la política interna de ese país. Lo mismo está en juego en Uruguay y, posteriormente, se pondrá en Brasil.

El socialismo democrático, que por ahora tiene a Brasil, Chile y Uruguay a sus principales bastiones, está pues ante un enorme desafío. Perder las elecciones en esos países dejaría el terreno libre para que la pugna quede sólo en manos de los otros dos polos.

El tercer bloque de países, el que encabezado por Venezuela, tiene también mucho en juego durante los próximos meses. Las elecciones bolivianas en diciembre y la intensificación de la ofensiva chavista para acelerar el avance hacia el “Socialismo del Siglo XXI”, son sus principales batallas.

Esa dimensión continental de los tres proyectos de futuro que están en disputa es uno de los temas que tendría que formar parte central de los próximos debates electorales en Bolivia como en todos los países que se aprestan a elegir a sus próximos mandatarios. Es inadmisible que quienes aspiran a gobernar los soslayen y opten por refugiarse en generalidades intrascendentes.
En el caso boliviano, la propuesta oficialista sobre tan crucial asunto está plenamente definida. ¿Y los demás? ¿Qué tienen que decir al respecto los candidatos de la oposición? Es de esperar que durante las próximas semanas incorporen esos temas a sus respectivas propuestas.

Latinoamérica en la encrucijada

La dimensión continental de los tres proyectos de futuro que están en disputa es un tema que no debe estar ausente de los debates electorales

Toda Latinoamérica, así como muchos de los países de la región, se está aproximando a grandes pasos a un punto del camino en el que se abren por lo menos tres opciones entre los que pronto habrá que elegir. Una encrucijada ante la que los tres caminos que se abren, por lo diferentes que son los destinos a los que conducen, obligarán a los gobernantes y a los pueblos a tomar trascendentales decisiones.
Cada uno de los tres caminos tiene sus respectivos abanderados. Colombia y Perú, ya están encaminados por uno de ellos. Brasil, Chile y Uruguay se encaminan por el del medio, y Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, remolcando a Cuba, optan por el tercero.
Los escenarios en que se miden las tres opciones son dos. El internacional, y el que corresponde a las pugnas políticas internas en cada uno de los países. La OEA y Unasur, por una parte, y los procesos electorales que se realizarán próximamente en varios países por la otra.
En el escenario continental, la crisis de Honduras y el acuerdo militar entre Colombia y Estados Unidos son los puntos que marcan la separación de los caminos. Ambos temas han dado cuenta de la magnitud de las discrepancias y de lo intensa que es la lucha por marcar el rumbo a seguir.
Las elecciones que pronto se realizarán en Chile, donde por primera vez en las últimas décadas se perfila una derrota de la Concertación, lo que dejaría abierto el camino para que Piñera alinee a su país en el primer bloque, con Colombia y Perú, adquiere por eso una importancia que trasciende con mucho la política interna de ese país. Lo mismo está en juego en Uruguay y, posteriormente, se pondrá en Brasil.
El socialismo democrático, que por ahora tiene a Brasil, Chile y Uruguay a sus principales bastiones, está pues ante un enorme desafío. Perder las elecciones en esos países dejaría el terreno libre para que la pugna quede sólo en manos de los otros dos polos.
El tercer bloque de países, el que encabezado por Venezuela, tiene también mucho en juego durante los próximos meses. Las elecciones bolivianas en diciembre y la intensificación de la ofensiva chavista para acelerar el avance hacia el “Socialismo del Siglo XXI”, son sus principales batallas.
Esa dimensión continental de los tres proyectos de futuro que están en disputa es uno de los temas que tendría que formar parte central de los próximos debates electorales en Bolivia como en todos los países que se aprestan a elegir a sus próximos mandatarios. Es inadmisible que quienes aspiran a gobernar los soslayen y opten por refugiarse en generalidades intrascendentes.
En el caso boliviano, la propuesta oficialista sobre tan crucial asunto está plenamente definida. ¿Y los demás? ¿Qué tienen que decir al respecto los candidatos de la oposición? Es de esperar que durante las próximas semanas incorporen esos temas a sus respectivas propuestas.

viernes, 21 de agosto de 2009

La máxima expresión del fracaso


Al paso que vamos, pronto habrá que “exigir” a Brasil que el gasoducto se transforme en poliducto para importar biocombustibles

Si hubiera que recurrir a una sola frase que de manera breve pero sustanciosa describa la magnitud del fracaso de la política hidrocarburífera del gobierno de Evo Morales, y los estropicios causados por la “nacionalización”, ninguna mejor que la empleada por el presidente de YPFB para anunciar cuál será la principal solicitud que se hará al presidente brasileño cuando visite nuestro país el próximo fin de semana. “Se pedirá la revisión del contrato de exportación de gas a Brasil para bajar los volúmenes comprometidos”.
“Ante confesión de partes, relevo de pruebas”, habrá que decir, pues el hecho de que después de más de treinta años durante los que la apertura, primero, y ampliación después, del mercado brasileño para el gas boliviano fue uno de los pocos objetivos compartidos por cuanto gobierno se sucedió en la administración de nuestro país, el régimen del MAS ha logrado lo que hasta hace poco parecía imposible. Ha logrado dar un enorme salto atrás y ahora ruega para que Brasil disminuya su demanda.
El asunto, de por sí alarmante, lo es mucho más si se considera el contexto en que se produce. Es que si hay alguien interesado en deshacerse de sus compromisos con Bolivia, es precisamente Brasil. Como lo dijo en marzo pasado el presidente Lula da Silva, “no quiere depender del humor de nadie para comprar gas”, en clara alusión a Evo Morales.
Fue precisamente para “no depender del humor de nadie”, que Petrobras decidió, después de la “nacionalización”, desviar los miles de millones de dólares que tenía previsto invertir en nuestro país hacia proyectos alternativos que liberen al Brasil de los compromisos contraídos.
Le dieron tan buenos resultados esas inversiones, que ahora el problema de Brasil consiste en la sobreoferta de gas y no sabe qué hacer con el que se comprometió a comprar a Bolivia. Por eso, nada le caería mejor que desligarse de su compromiso de “take or pay”, lo que significa que aunque no compre los volúmenes contratados, igual debe pagar por ellos. Que los burócratas de YPFB sean incapaces de hacer los cobros, es otra cosa.
Sería lógico, por ello, que sean los representantes de Brasil quienes tomen la iniciativa de renegociar el contrato. Pero no… para esto está el presidente de YPFB quien, además de que no se ruboriza al informar sobre la “demanda” boliviana, lo hace como si de una gran conquista para los intereses nacionales se tratara.
Al paso que vamos, nadie deberá sorprenderse si dentro de poco nos informan que el gobierno boliviano “exigirá” a Brasil que el gasoducto sea transformado en poliducto para importar biocombustibles brasileños y así paliar la escasez de energéticos en nuestro mercado interno. ¿Y con qué se llenará el vacío que va dejando la debacle del sector hidrocarburífero? Ya más de uno está pensando en el litio.

La máxima expresión del fracaso


Al paso que vamos, pronto habrá que “exigir” a Brasil que el gasoducto se transforme en poliducto para importar biocombustibles

Si hubiera que recurrir a una sola frase que de manera breve pero sustanciosa describa la magnitud del fracaso de la política hidrocarburífera del gobierno de Evo Morales, y los estropicios causados por la “nacionalización”, ninguna mejor que la empleada por el presidente de YPFB para anunciar cuál será la principal solicitud que se hará al presidente brasileño cuando visite nuestro país el próximo fin de semana. “Se pedirá la revisión del contrato de exportación de gas a Brasil para bajar los volúmenes comprometidos”.
“Ante confesión de partes, relevo de pruebas”, habrá que decir, pues el hecho de que después de más de treinta años durante los que la apertura, primero, y ampliación después, del mercado brasileño para el gas boliviano fue uno de los pocos objetivos compartidos por cuanto gobierno se sucedió en la administración de nuestro país, el régimen del MAS ha logrado lo que hasta hace poco parecía imposible. Ha logrado dar un enorme salto atrás y ahora ruega para que Brasil disminuya su demanda.
El asunto, de por sí alarmante, lo es mucho más si se considera el contexto en que se produce. Es que si hay alguien interesado en deshacerse de sus compromisos con Bolivia, es precisamente Brasil. Como lo dijo en marzo pasado el presidente Lula da Silva, “no quiere depender del humor de nadie para comprar gas”, en clara alusión a Evo Morales.
Fue precisamente para “no depender del humor de nadie”, que Petrobras decidió, después de la “nacionalización”, desviar los miles de millones de dólares que tenía previsto invertir en nuestro país hacia proyectos alternativos que liberen al Brasil de los compromisos contraídos.
Le dieron tan buenos resultados esas inversiones, que ahora el problema de Brasil consiste en la sobreoferta de gas y no sabe qué hacer con el que se comprometió a comprar a Bolivia. Por eso, nada le caería mejor que desligarse de su compromiso de “take or pay”, lo que significa que aunque no compre los volúmenes contratados, igual debe pagar por ellos. Que los burócratas de YPFB sean incapaces de hacer los cobros, es otra cosa.
Sería lógico, por ello, que sean los representantes de Brasil quienes tomen la iniciativa de renegociar el contrato. Pero no… para esto está el presidente de YPFB quien, además de que no se ruboriza al informar sobre la “demanda” boliviana, lo hace como si de una gran conquista para los intereses nacionales se tratara.
Al paso que vamos, nadie deberá sorprenderse si dentro de poco nos informan que el gobierno boliviano “exigirá” a Brasil que el gasoducto sea transformado en poliducto para importar biocombustibles brasileños y así paliar la escasez de energéticos en nuestro mercado interno. ¿Y con qué se llenará el vacío que va dejando la debacle del sector hidrocarburífero? Ya más de uno está pensando en el litio.

jueves, 20 de agosto de 2009

Cándidos candidatos

Las propuestas programáticas presentadas, por su simpleza, son un pésimo anticipo de lo que se puede esperar de algunos candidatos

Durante los últimos días, dando una señal que puede ser interpretada como una decisión de presentarse solos a las elecciones generales de diciembre próximo, varios aspirantes a candidatos han presentado algunas ideas sueltas como si de su plan de gobierno se tratara. Y lo han hecho con un tono de suficiencia que ha dejado más dudas de las que ya existían sobre su contacto con la realidad nacional.

¿De qué país están hablando? es la pregunta que espontáneamente surge cuando se los oye exponer con todo entusiasmo su plan de acción para hacer frente al proyecto político del MAS.
Hacer baterías de litio, producir alimentos orgánicos y hacer de las personas el principal recurso del país son los ejes centrales de las tres propuestas hasta ahora presentadas. Con razón alguien comparó tal manera de afrontar la campaña electoral con la ya clásica imagen de la orquesta que interpretaba suaves melodías mientras se hundía el Titanic. Se diría que para esos candidatos, de lo que se trata es de elegir entre una melodía y otra. Y lo que está en disputa es quién será el que dirija la orquesta.

Ninguno de los tres candidatos que han presentado las líneas centrales de sus respectivos programas de gobierno ha dicho ni una sola palabra sobre los problemas de fondo que han puesto a nuestro país en uno de los momentos más decisivos de su historia. Se diría, a juzgar por la simpleza de sus planteamientos, que su pérdida de contacto con la realidad es total.

Es sorprendente, por ejemplo, que todos coincidan en soslayar absoluta y totalmente todo lo referido a las profundas transformaciones que están produciendo en nuestro país. La nueva Constitución Política del Estado, por ejemplo, no parece merecer ni un simple comentario. Se diría que están muy conformes con ella y lo único que pueden proponer al respecto es llevarla a la práctica con más eficiencia que sus autores.

Es como si no se hubieran enterado de que lo que está en juego en Bolivia es algo más, muchísimo más, que el nombre de quien repartirá dádivas durante los próximos años. Se diría que no aspiran a ser los conductores de un proyecto alternativo de país sino buenos administradores del que está en proceso de ejecución; buenos viceministros de alguna repartición burocrática del nuevo Estado “Plurinacional”.

Tal manera de afrontar los enormes desafíos que plantea la nueva realidad económica, política y social de Bolivia sólo se puede comprender si se parte de la suposición de que nada importante ha ocurrido durante los últimos años. Como si la “revolución política y cultural” encabezada por el MAS fuera sólo un bache en el camino sobre el que se puede saltar con el impulso de una buena dosis de optimismo e ingenuidad.

Si esa es la manera como los candidatos de oposición se proponen hacer frente a los desafíos que tienen al frente, es poco lo que de ellos se puede esperar.

Cándidos candidatos

Las propuestas programáticas presentadas, por su simpleza, son un pésimo anticipo de lo que se puede esperar de algunos candidatos

Durante los últimos días, dando una señal que puede ser interpretada como una decisión de presentarse solos a las elecciones generales de diciembre próximo, varios aspirantes a candidatos han presentado algunas ideas sueltas como si de su plan de gobierno se tratara. Y lo han hecho con un tono de suficiencia que ha dejado más dudas de las que ya existían sobre su contacto con la realidad nacional.
¿De qué país están hablando? es la pregunta que espontáneamente surge cuando se los oye exponer con todo entusiasmo su plan de acción para hacer frente al proyecto político del MAS.
Hacer baterías de litio, producir alimentos orgánicos y hacer de las personas el principal recurso del país son los ejes centrales de las tres propuestas hasta ahora presentadas. Con razón alguien comparó tal manera de afrontar la campaña electoral con la ya clásica imagen de la orquesta que interpretaba suaves melodías mientras se hundía el Titanic. Se diría que para esos candidatos, de lo que se trata es de elegir entre una melodía y otra. Y lo que está en disputa es quién será el que dirija la orquesta.
Ninguno de los tres candidatos que han presentado las líneas centrales de sus respectivos programas de gobierno ha dicho ni una sola palabra sobre los problemas de fondo que han puesto a nuestro país en uno de los momentos más decisivos de su historia. Se diría, a juzgar por la simpleza de sus planteamientos, que su pérdida de contacto con la realidad es total.
Es sorprendente, por ejemplo, que todos coincidan en soslayar absoluta y totalmente todo lo referido a las profundas transformaciones que están produciendo en nuestro país. La nueva Constitución Política del Estado, por ejemplo, no parece merecer ni un simple comentario. Se diría que están muy conformes con ella y lo único que pueden proponer al respecto es llevarla a la práctica con más eficiencia que sus autores.
Es como si no se hubieran enterado de que lo que está en juego en Bolivia es algo más, muchísimo más, que el nombre de quien repartirá dádivas durante los próximos años. Se diría que no aspiran a ser los conductores de un proyecto alternativo de país sino buenos administradores del que está en proceso de ejecución; buenos viceministros de alguna repartición burocrática del nuevo Estado “Plurinacional”.
Tal manera de afrontar los enormes desafíos que plantea la nueva realidad económica, política y social de Bolivia sólo se puede comprender si se parte de la suposición de que nada importante ha ocurrido durante los últimos años. Como si la “revolución política y cultural” encabezada por el MAS fuera sólo un bache en el camino sobre el que se puede saltar con el impulso de una buena dosis de optimismo e ingenuidad.
Si esa es la manera como los candidatos de oposición se proponen hacer frente a los desafíos que tienen al frente, es poco lo que de ellos se puede esperar.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Las autonomías indígenas en la práctica

Las fuerzas disgregadoras de la unidad nacional han comenzado a dar sus primeros resultados y no se vislumbra nada que detenga el proceso

Una de las críticas que más certeramente se hizo al texto constitucional elaborado por los asesores del MAS es que muy por encima de las elucubraciones teóricas de quienes dieron rienda suelta a sus fantasías indigenistas durante su redacción, existe una realidad que no se puede manipular con tanta facilidad como los conceptos teóricos.
Una muestra de lo que eso significa se pudo ver el pasado jueves cuando sindicatos campesinos y ayllus “indígena originario campesinos” se enfrentaron en la comunidad de Sienegoma, en Potosí. El saldo fue un muerto y 15 heridos y un odio visceral que clama venganza.
La primera víctima del proceso de consolidación de las “autonomías indígenas” fue Julián Mamani, una autoridad originaria de Tinguipaya. Su muerte, en sí misma significativa, lo es más por la forma en que se produjo. Fue asesinado de la manera más cruel cuando al huir de una emboscada preparada por los seguidores del MAS se alejó del grupo que lo acompañaba. Su cuerpo, destrozado a golpes, fue encontrado días después.
Según la explicación de los agredidos, el origen del problema consiste en que los masistas no quieren que nadie ingrese a las zonas que creen controlar políticamente. Que los que se oponen a las autonomías indígenas sean tan indígenas como los que apoyan la consigna gubernamental, no importa. Se los elimina con la frialdad con que se eliminó a Julián Mamani.
Lo ocurrido en Sienegoma no es una excepción. Muy por el contrario, es el único resultado que se puede esperar de la manera como el MAS se ha propuesto destruir todo el andamiaje institucional para imponer, así sea mediante los métodos aplicados en el caso que comentamos, las autonomías indígenas.
La magnitud del problema y de la carga explosiva que contiene es pavorosa. Es que los conflictos de intereses entre ayllus y municipios en las tierras altas ya tienen larga data y fue por eso que durante los últimos años se dejó pendiente la delimitación de circunscripciones que son objeto de luchas internas. Tales disputas, lejos de atenuarse, como ya se ha comenzado a ver, sólo pueden avivarse cuando lo que se pone en juego es nada menos que "el derecho de los pueblos indígenas al territorio, al autogobierno y a la libre determinación", con todo lo que ello implica en cuanto a poder político y económico.
En las tierras del oriente el asunto se complica aún más pues allá suman decenas las “naciones” que tienen que recorrer tan escabroso camino. En lo inmediato, además del asunto de las autonomías indígenas, tendrán que realizarse reuniones “inter-nacionales” para fijar sus límites y elegir a sus diputados.
Estamos pues ante el destape de una verdadera “caja de Pandora” de la que sólo se pueden esperar que salgan grandes calamidades. Se han desencadenado incontenibles fuerzas disgregadoras de la unidad nacional y no se vislumbra, por lo menos por ahora, algo que pueda revertir el proceso de destrucción.

Las autonomías indígenas en la práctica

Las fuerzas disgregadoras de la unidad nacional han comenzado a dar sus primeros resultados y no se vislumbra nada que detenga el proceso

Una de las críticas que más certeramente se hizo al texto constitucional elaborado por los asesores del MAS es que muy por encima de las elucubraciones teóricas de quienes dieron rienda suelta a sus fantasías indigenistas durante su redacción, existe una realidad que no se puede manipular con tanta facilidad como los conceptos teóricos.
Una muestra de lo que eso significa se pudo ver el pasado jueves cuando sindicatos campesinos y ayllus “indígena originario campesinos” se enfrentaron en la comunidad de Sienegoma, en Potosí. El saldo fue un muerto y 15 heridos y un odio visceral que clama venganza.
La primera víctima del proceso de consolidación de las “autonomías indígenas” fue Julián Mamani, una autoridad originaria de Tinguipaya. Su muerte, en sí misma significativa, lo es más por la forma en que se produjo. Fue asesinado de la manera más cruel cuando al huir de una emboscada preparada por los seguidores del MAS se alejó del grupo que lo acompañaba. Su cuerpo, destrozado a golpes, fue encontrado días después.
Según la explicación de los agredidos, el origen del problema consiste en que los masistas no quieren que nadie ingrese a las zonas que creen controlar políticamente. Que los que se oponen a las autonomías indígenas sean tan indígenas como los que apoyan la consigna gubernamental, no importa. Se los elimina con la frialdad con que se eliminó a Julián Mamani.
Lo ocurrido en Sienegoma no es una excepción. Muy por el contrario, es el único resultado que se puede esperar de la manera como el MAS se ha propuesto destruir todo el andamiaje institucional para imponer, así sea mediante los métodos aplicados en el caso que comentamos, las autonomías indígenas.
La magnitud del problema y de la carga explosiva que contiene es pavorosa. Es que los conflictos de intereses entre ayllus y municipios en las tierras altas ya tienen larga data y fue por eso que durante los últimos años se dejó pendiente la delimitación de circunscripciones que son objeto de luchas internas. Tales disputas, lejos de atenuarse, como ya se ha comenzado a ver, sólo pueden avivarse cuando lo que se pone en juego es nada menos que "el derecho de los pueblos indígenas al territorio, al autogobierno y a la libre determinación", con todo lo que ello implica en cuanto a poder político y económico.
En las tierras del oriente el asunto se complica aún más pues allá suman decenas las “naciones” que tienen que recorrer tan escabroso camino. En lo inmediato, además del asunto de las autonomías indígenas, tendrán que realizarse reuniones “inter-nacionales” para fijar sus límites y elegir a sus diputados.
Estamos pues ante el destape de una verdadera “caja de Pandora” de la que sólo se pueden esperar que salgan grandes calamidades. Se han desencadenado incontenibles fuerzas disgregadoras de la unidad nacional y no se vislumbra, por lo menos por ahora, algo que pueda revertir el proceso de destrucción.

martes, 18 de agosto de 2009

Más escollos en el proceso electoral


Ante la indiferencia de la oposición, y para beneplácito del oficialismo, se multiplican los escollos en el camino que conduce a las urnas

Hace algo más de un par de semanas, cuando se inició en nuestro país el empadronamiento biométrico de las personas habilitadas para votar en las elecciones previstas para diciembre próximo, una oleada de optimismo se llevó las muchas dudas y temores que hasta entonces se cernían sobre la viabilidad y transparencia del proceso electoral.
La puesta en funcionamiento de los primeros equipos, y los primeros reportes oficiales del Órgano Electoral “Plurinacional”, alimentaron el optimismo a pesar de que desde el principio se detectaron muchas dificultades. Mientras tanto, la oposición se olvidó del tema y el oficialismo puso en marcha la cuenta regresiva del plazo que le dio al OEP para que demuestre con los hechos que sí es posible cumplir el cronograma previsto.
Ya faltan sólo cinco días para que se cumpla el plazo que con un gesto de condescendencia dio el MAS y, desgraciadamente, hay motivos para temer que el próximo 23 se reanudará la ofensiva oficialista para resucitar el viejo padrón.
Las razones en las que se basa ese temor son muchas. Es que a pesar del enorme espíritu cívico con que la ciudadanía se movilizó masivamente para empadronarse, el ritmo al que avanza el registro no es el que se esperaba y a ello se suma un sinfín de dificultades técnicas, entre las que se destaca el alto porcentaje de equipos que dejaron de funcionar sólo dos semanas después de haber sido estrenados.
Pero ese no es el único problema. Hay otros, como la delimitación de las circunscripciones “indígena originario campesinas”, cuya potencial carga explosiva recién se ve cuando se intenta llevar a la práctica muchas de las disposiciones de la nueva Constitución
Es tan enorme el embrollo, y tan limitadas las posibilidades del Órgano Electoral de hacerse cargo de él, que los vocales no tuvieron mejor idea que soslayar el asunto a través de una resolución de sala plena mediante la que se decidió que no se delimitarán las siete circunscripciones especiales. Se determinó la creación de “asientos electorales indígenas” y “asientos electorales mixtos” en toda la extensión de los departamentos donde los pueblos originarios podrán inscribirse para votar por sus candidatos.
El asunto, al que hasta ahora nadie dio la importancia que merece, es de una gravedad aún mayor que el relativo al empadronamiento. Es que además del caos que implica, deja abierta la posibilidad de que en los “asientos electorales indígenas” y en los “asientos electorales mixtos”, se cometa todo tipo de arbitrariedades cuando llegue el momento de elegir a los diputados “indígena originario campesinos”. De hecho, la oposición no tendrá, tal como están las cosas, ni la más remota posibilidad de participar, pues los candidatos serán elegidos en cabildos y asambleas plenamente controlados por el MAS.



Más escollos en el proceso electoral


Ante la indiferencia de la oposición, y para beneplácito del oficialismo, se multiplican los escollos en el camino que conduce a las urnas

Hace algo más de un par de semanas, cuando se inició en nuestro país el empadronamiento biométrico de las personas habilitadas para votar en las elecciones previstas para diciembre próximo, una oleada de optimismo se llevó las muchas dudas y temores que hasta entonces se cernían sobre la viabilidad y transparencia del proceso electoral.
La puesta en funcionamiento de los primeros equipos, y los primeros reportes oficiales del Órgano Electoral “Plurinacional”, alimentaron el optimismo a pesar de que desde el principio se detectaron muchas dificultades. Mientras tanto, la oposición se olvidó del tema y el oficialismo puso en marcha la cuenta regresiva del plazo que le dio al OEP para que demuestre con los hechos que sí es posible cumplir el cronograma previsto.
Ya faltan sólo cinco días para que se cumpla el plazo que con un gesto de condescendencia dio el MAS y, desgraciadamente, hay motivos para temer que el próximo 23 se reanudará la ofensiva oficialista para resucitar el viejo padrón.
Las razones en las que se basa ese temor son muchas. Es que a pesar del enorme espíritu cívico con que la ciudadanía se movilizó masivamente para empadronarse, el ritmo al que avanza el registro no es el que se esperaba y a ello se suma un sinfín de dificultades técnicas, entre las que se destaca el alto porcentaje de equipos que dejaron de funcionar sólo dos semanas después de haber sido estrenados.
Pero ese no es el único problema. Hay otros, como la delimitación de las circunscripciones “indígena originario campesinas”, cuya potencial carga explosiva recién se ve cuando se intenta llevar a la práctica muchas de las disposiciones de la nueva Constitución
Es tan enorme el embrollo, y tan limitadas las posibilidades del Órgano Electoral de hacerse cargo de él, que los vocales no tuvieron mejor idea que soslayar el asunto a través de una resolución de sala plena mediante la que se decidió que no se delimitarán las siete circunscripciones especiales. Se determinó la creación de “asientos electorales indígenas” y “asientos electorales mixtos” en toda la extensión de los departamentos donde los pueblos originarios podrán inscribirse para votar por sus candidatos.
El asunto, al que hasta ahora nadie dio la importancia que merece, es de una gravedad aún mayor que el relativo al empadronamiento. Es que además del caos que implica, deja abierta la posibilidad de que en los “asientos electorales indígenas” y en los “asientos electorales mixtos”, se cometa todo tipo de arbitrariedades cuando llegue el momento de elegir a los diputados “indígena originario campesinos”. De hecho, la oposición no tendrá, tal como están las cosas, ni la más remota posibilidad de participar, pues los candidatos serán elegidos en cabildos y asambleas plenamente controlados por el MAS.



lunes, 17 de agosto de 2009

Biocombustibles en debate

Es importante resaltar que aunque en el país no exista ni la atención ni el interés en el desarrollo de los biocombustibles, la fuerza de la tendencia internacional podría llegar tarde o temprano al territorio nacional

La previsible crisis energética con el agotamiento de las reservas del petróleo en el mundo y el fenómeno del calentamiento global han encontrado en los combustibles de origen vegetal, una probable solución futura a ambos problemas.
La propuesta sigue actualmente en el centro del debate político, puesto que sus alcances están aún en proceso de análisis en el campo científico. Entre sus detractores, se argumenta de principio que la producción de biocombustibles afectaría irremediablemente la frágil seguridad alimentaria de las naciones subdesarrolladas, puesto que éstas serían por sus climas tropicales las principales productoras de materia prima como el maíz, la soya, la colza o la caña de azúcar, básicas para la producción del biodiesel y el etanol.
En esta línea, se prevé que la producción agrícola dedicada a la alimentación podría pasar a un segundo plano, ante el peso económico que tendría con seguridad el área energética.
Se argumenta también que al convertirse la producción agrícola en un negocio energético de alcance planetario, la necesidad de más tierras para una demanda gigante de materias vegetales ampliaría la frontera agrícola en desmedro de las selvas tropicales, cuyo aporte en la captura del dióxido de carbono —el gas del calentamiento global—, es determinante y fundamental.
Para algunos especialistas, menos masas boscosas representan en los hechos claudicar en la lucha contra el fenómeno del calentamiento global, cuyas consecuencias directas son las alteraciones climáticas que durante los últimos años han comenzado a provocar catástrofes naturales y poner en riesgo la vida de miles de especies animales y vegetales.
Entre quienes ven con optimismo la llegada de los biocombustibles, se afirma que su producción evitaría una mayor contaminación atmosférica por la emisión de gases, además de representar oportunidades de desarrollo para miles de productores rurales.
Sin duda que el debate continuará hasta que se tengan conclusiones científicas que demuestren el impacto medioambiental, social y económico de los combustibles en el mundo.Entre tanto, el Gobierno Nacional antes de seguir la ruta tradicional de apostar por los combustibles fósiles, debería impulsar a través de instituciones especializadas la adquisición de un conocimiento preciso y real de las consecuencias que tendría para Bolivia, la introducción de un sistema de producción agroindustrial orientado a satisfacer la demanda de biocombustibles.
Sin duda que el tema seguirá generando una serie de debates, pero ante todo es importante resaltar que aunque en el país no exista ni la atención ni el interés en el desarrollo de los biocombustibles, la fuerza de la tendencia internacional podría llegar tarde o temprano al territorio nacional.

Biocombustibles en debate

Es importante resaltar que aunque en el país no exista ni la atención ni el interés en el desarrollo de los biocombustibles, la fuerza de la tendencia internacional podría llegar tarde o temprano al territorio nacional

La previsible crisis energética con el agotamiento de las reservas del petróleo en el mundo y el fenómeno del calentamiento global han encontrado en los combustibles de origen vegetal, una probable solución futura a ambos problemas.
La propuesta sigue actualmente en el centro del debate político, puesto que sus alcances están aún en proceso de análisis en el campo científico. Entre sus detractores, se argumenta de principio que la producción de biocombustibles afectaría irremediablemente la frágil seguridad alimentaria de las naciones subdesarrolladas, puesto que éstas serían por sus climas tropicales las principales productoras de materia prima como el maíz, la soya, la colza o la caña de azúcar, básicas para la producción del biodiesel y el etanol.
En esta línea, se prevé que la producción agrícola dedicada a la alimentación podría pasar a un segundo plano, ante el peso económico que tendría con seguridad el área energética.
Se argumenta también que al convertirse la producción agrícola en un negocio energético de alcance planetario, la necesidad de más tierras para una demanda gigante de materias vegetales ampliaría la frontera agrícola en desmedro de las selvas tropicales, cuyo aporte en la captura del dióxido de carbono —el gas del calentamiento global—, es determinante y fundamental.
Para algunos especialistas, menos masas boscosas representan en los hechos claudicar en la lucha contra el fenómeno del calentamiento global, cuyas consecuencias directas son las alteraciones climáticas que durante los últimos años han comenzado a provocar catástrofes naturales y poner en riesgo la vida de miles de especies animales y vegetales.
Entre quienes ven con optimismo la llegada de los biocombustibles, se afirma que su producción evitaría una mayor contaminación atmosférica por la emisión de gases, además de representar oportunidades de desarrollo para miles de productores rurales.
Sin duda que el debate continuará hasta que se tengan conclusiones científicas que demuestren el impacto medioambiental, social y económico de los combustibles en el mundo.Entre tanto, el Gobierno Nacional antes de seguir la ruta tradicional de apostar por los combustibles fósiles, debería impulsar a través de instituciones especializadas la adquisición de un conocimiento preciso y real de las consecuencias que tendría para Bolivia, la introducción de un sistema de producción agroindustrial orientado a satisfacer la demanda de biocombustibles.
Sin duda que el tema seguirá generando una serie de debates, pero ante todo es importante resaltar que aunque en el país no exista ni la atención ni el interés en el desarrollo de los biocombustibles, la fuerza de la tendencia internacional podría llegar tarde o temprano al territorio nacional.

domingo, 16 de agosto de 2009

La tierra de la leyenda de El Dorado

La tierra de la leyenda de El Dorado
El desarrollo económico frenado por el fango
El éxodo a la Loma Santa
Los nuevas ganaderas de las ovejas de pelo
Las ganancias esperanzadoras del cacao
Los latigazos sobre el cuero de bayo

La filosofía política de Evo Morales

“Si tenemos nuestra Constitución, no debería basarse en leyes (…) Ahí nuestros abogados no nos han orientado muy bien”

Si hay algo de lo que jamás se podrá acusar al presidente Evo Morales, es de falta de sinceridad. Por el contrario, a diferencia de lo que suele caracterizar a los líderes políticos en Bolivia y en cualquier parte del mundo, tiene la virtud de expresar lo que “siente” sobre los temas que lo preocupan con una franqueza admirable.

Entre los sentimientos que con más frecuencia expresa hay uno que se destaca. Es el profundo desprecio que le inspiran las leyes y todo lo que se relaciona con ellas. Como se recordará, en más de una oportunidad dijo que las leyes son un estorbo y por eso “le mete nomás” y que para arreglar los estropicios que esa manera de actuar ocasiona están los abogados que lo rodean.

Hasta ahora, Morales parecía muy conforme con los servicios que le presta el batallón de abogados que han puesto sus conocimientos y habilidades al servicio del “proceso de cambio” asesorándolo a cada paso sobre la mejor manera de eludir “el estorbo de la ley”. Pero ahora está muy decepcionado de ellos y así lo hizo saber a través de un discurso, ante una multitud que lo vitoreaba en El Alto. Los acusó públicamente de haber hecho mal su trabajo al elaborar el texto de la nueva Constitución Política del Estado. “Ahí tal vez nuestros abogados no nos han orientado muy bien”, afirmó al expresar su descontento.

Lo que le parece tan mal al primer mandatario, lo que desde su punto de vista es un inadmisible error de los jurisconsultos que lo asesoran, es que la aplicación de la Constitución tenga que estar sujeta a un régimen legal. “En muchos artículos de la nueva Constitución dice ‘este artículo estará sujeto a la aplicación de una nueva ley.’ (…) Si tenemos nuestra Constitución, no debería basarse en leyes”, dijo.

Como se ve, las expectativas que tenía el Presidente sobre las virtudes del nuevo texto constitucional eran otras. Él esperaba un mejor fruto de todo el esfuerzo hecho, de las luchas, las muertes, la sangre derramada para aprobar la nueva Constitución. Lo que esperaba era una Constitución que le permita gobernar libre del estorbo de cualquier ley. Es decir, gobernar como un verdadero autócrata.

Pero Evo Morales no ha perdido la esperanza. En el mismo discurso que comentamos, afirmó estar seguro de que el pueblo, el 6 de diciembre, enmendará, a través de su voto, los desaciertos de sus abogados y los asambleístas que no comprendieron que “la nueva Constitución no debería basarse en leyes”. Confía para eso en que el MAS obtenga dos tercios de la próxima Asamblea Legislativa. Habrá que suponer que, además de ello, tendrá especial cuidado en que los nuevos asambleístas no sean tan legalistas como los que hasta ahora no fueron capaces de entender algo tan sencillo como lo que desea el presidente del “Estado Plurinacional.”.

La filosofía política de Evo Morales


“Si tenemos nuestra Constitución, no debería basarse en leyes (…) Ahí nuestros abogados no nos han orientado muy bien”

Si hay algo de lo que jamás se podrá acusar al presidente Evo Morales, es de falta de sinceridad. Por el contrario, a diferencia de lo que suele caracterizar a los líderes políticos en Bolivia y en cualquier parte del mundo, tiene la virtud de expresar lo que “siente” sobre los temas que lo preocupan con una franqueza admirable.
Entre los sentimientos que con más frecuencia expresa hay uno que se destaca. Es el profundo desprecio que le inspiran las leyes y todo lo que se relaciona con ellas. Como se recordará, en más de una oportunidad dijo que las leyes son un estorbo y por eso “le mete nomás” y que para arreglar los estropicios que esa manera de actuar ocasiona están los abogados que lo rodean.
Hasta ahora, Morales parecía muy conforme con los servicios que le presta el batallón de abogados que han puesto sus conocimientos y habilidades al servicio del “proceso de cambio” asesorándolo a cada paso sobre la mejor manera de eludir “el estorbo de la ley”. Pero ahora está muy decepcionado de ellos y así lo hizo saber a través de un discurso, ante una multitud que lo vitoreaba en El Alto. Los acusó públicamente de haber hecho mal su trabajo al elaborar el texto de la nueva Constitución Política del Estado. “Ahí tal vez nuestros abogados no nos han orientado muy bien”, afirmó al expresar su descontento.
Lo que le parece tan mal al primer mandatario, lo que desde su punto de vista es un inadmisible error de los jurisconsultos que lo asesoran, es que la aplicación de la Constitución tenga que estar sujeta a un régimen legal. “En muchos artículos de la nueva Constitución dice ‘este artículo estará sujeto a la aplicación de una nueva ley.’ (…) Si tenemos nuestra Constitución, no debería basarse en leyes”, dijo.
Como se ve, las expectativas que tenía el Presidente sobre las virtudes del nuevo texto constitucional eran otras. Él esperaba un mejor fruto de todo el esfuerzo hecho, de las luchas, las muertes, la sangre derramada para aprobar la nueva Constitución. Lo que esperaba era una Constitución que le permita gobernar libre del estorbo de cualquier ley. Es decir, gobernar como un verdadero autócrata.
Pero Evo Morales no ha perdido la esperanza. En el mismo discurso que comentamos, afirmó estar seguro de que el pueblo, el 6 de diciembre, enmendará, a través de su voto, los desaciertos de sus abogados y los asambleístas que no comprendieron que “la nueva Constitución no debería basarse en leyes”. Confía para eso en que el MAS obtenga dos tercios de la próxima Asamblea Legislativa. Habrá que suponer que, además de ello, tendrá especial cuidado en que los nuevos asambleístas no sean tan legalistas como los que hasta ahora no fueron capaces de entender algo tan sencillo como lo que desea el presidente del “Estado Plurinacional.”.