sábado, 11 de abril de 2009



martes, 7 de abril de 2009

Hacia una oposición democrática

El encuentro de organizaciones ciudadanas que se han propuesto sentar las bases de una oposición democrática es una buena noticia para el país

Por primera vez desde que hace algo más de tres años el Movimiento al Socialismo propinó una feroz derrota electoral a las organizaciones que intentaron constituirse en alternativas a ese proyecto político, ha comenzado a vislumbrarse en el horizonte político del país una alternativa capaz de lidiar en los diferentes escenarios propios de la democracia.

Como no podía ser de otro modo, dado el fracaso de los partidos ya existentes, la iniciativa fue tomada por representantes de una gran diversidad de agrupaciones civiles que durante los últimos años fueron surgiendo a lo largo y ancho del país.

Entre las cualidades de la iniciativa, hay una que se destaca: es que tuvieron el acierto de evitar que el proceso que se inició en el encuentro nacional que tuvo lugar en Santa Cruz se vea perturbado por las pugnas entre los muchos aspirantes a candidatos que anteponen sus propias expectativas individuales en desmedro de un plan de acción que se proyecte hacia el largo plazo y no sólo a una disputa electoral.

Que el tema de las postulaciones haya sido relegado para una etapa posterior hará sin duda más fácil la tarea de maximizar los factores aglutinantes y no dar cabida las potenciales causas de dispersión de voluntades.

Los objetivos principales propuestos para alcanzar en el futuro inmediato, como el rechazo al proyecto de Ley Electoral del oficialismo, la demanda de un nuevo padrón electoral para las elecciones de diciembre, la restitución de una Corte Nacional Electoral transparente e independiente, tienen la virtud de ser suficientemente amplios como para que con ellos se identifique gran parte de la población boliviana más allá de discrepancias secundarias.

Hay, sin embargo, algunos temas que no parecen haber recibido suficiente atención. Es que si bien es cierto que las irregularidades que se produjeron en los anteriores actos electorales contribuyeron a los resultados tan ampliamente favorables al oficialismo, no es menos cierto que eso fue posible, en no poca medida, por la inexistencia de una organización capaz de ejercer los derechos y obligaciones de control durante el proceso electoral y especialmente durante el cómputo de votos.

No se debe perder de vista que mientras en Bolivia no haya una organización política de oposición capaz de movilizar activamente a sus adherentes, no habrá ley, ni Corte Electoral, ni padrón que garantice la transparencia de las elecciones.

Construir una organización que pueda realizar esa tarea no es algo fácil. Es algo que requiere algo más que el voluntarismo de ciudadanos de buena fe. Sentar las bases de una estructura orgánica que apunte al largo plazo es pues tan o más importante que asumir actitudes defensivas.

domingo, 5 de abril de 2009

La hora de las definiciones

Es de esperar que las diferentes iniciativas para preservar la democracia confluyan en un esfuerzo común

“Ha llegado la hora de las definiciones”, dijo hace algunos días el presidente Evo Morales, y no le faltaba razón. En efecto, tres años después de haberse iniciado el proceso de destrucción de la institucionalidad republicana en Bolivia, nos encontramos al borde del punto sin retorno, del punto más allá del cual la democracia puede pasar a ser sólo un episodio de la historia, del pasado de nuestro país.

La batalla final, según la concepción de los estrategas que conducen el proyecto político del MAS hacia su consumación, serán las elecciones de diciembre próximo. Y es para ganar tan decisiva confrontación de fuerzas que todos los recursos de los que dispone el oficialismo se concentran en su objetivo principal: imponer un reglamento electoral que asegure dar, a través de las urnas, el salto final hacia la consolidación de un régimen totalitario.

Para hacer frente a tan ambicioso plan no existe una oposición política que esté a la altura del desafío. La existente, representada por las múltiples fracciones a que se redujo lo que un día fue Podemos, ha dado ya y sigue dando demasiadas muestras de su ineptitud, por lo que nada serio se puede esperar de ella. Muy por el contrario, se puede temer que una vez más, como ya lo ha hecho en otros momentos decisivos, termine dándole al proyecto masista el empujón final, el que le falta para imponerse.

La otra vertiente de la oposición, la cívico-regional, cuya principal base de acción es Santa Cruz, pese a que aún no termina de reponerse de la derrota a que fue conducida en septiembre pasado por las corrientes antidemocráticas y violentas que en algún mal momento se impusieron, ha asumido el rol conductor de la resistencia civil contra el proyecto hegemónico del MAS.

Otra iniciativa para movilizar a la ciudadanía es la encabezada por Víctor Hugo Cárdenas y secundada por diversas agrupaciones civiles. La base de su propuesta es retirar temporalmente de la agenda de la oposición el tema de los candidatos, y concentrar fuerzas y energías en una movilización ciudadana que, lejos del efecto perturbador de las ambiciones personales, haga oír y sentir su voluntad colectiva para impedir que el totalitarismo logre derrotar a la democracia.

Siendo tan grande el desafío que se tiene al frente, es de esperar que ambas iniciativas, la originada en Santa Cruz y la encabezada por Cárdenas, confluyan en un esfuerzo común. Y que lo hagan sin dar cabida a quienes quisieran precipitar un desenlace violento de la lucha que se avecina.

La tarea no será fácil, pues además de las acciones del oficialismo deberán enfrentar la acción disociadora de individuos que, sin tener mérito alguno, aspiran a ser candidatos sin tener más norte que su ya patológico egocentrismo.