domingo, 23 de julio de 2006

Inflación y Desigualdad (Roberto Laserna)


La inflación suele ser definida como un aumento en el nivel de precios, lo cual concentra la atención del debate y de la política en el Índice de Precios al Consumidor. Sin embargo, es necesario recordar que también es un mecanismo de redistribución de ingresos. Y es que la inflación aumenta los precios pero a ritmos y velocidades diferentes, perjudicando más a unos que a otros, y cambiando la estructura de distribución de ingresos. Por lo tanto, la inflación incide en la desigualdad, con frecuencia profundizando las brechas y agravando la pobreza.

Vale la pena indagar si algo así está ocurriendo con el actual proceso inflacionario.




El gráfico que acompaña este texto muestra la evolución de los precios promedio tomando como base el mes de febrero de 2006. La línea más gruesa muestra que el IPC aumentó, en los 17 meses que transcurrieron hasta junio 2007, en un 8.01%. Este es el nivel general de inflación que se ha registrado en el periodo actual de gobierno. Los datos, proporcionados por el INE, muestran que hubo un ligero descenso en los primeros meses, y que luego los precios aumentaron lentamente pero con dos momentos de aceleración, diciembre 2006 a febrero 2007 y abril a junio de este año.

El IPC se basa en una canasta compuesta por 9 grandes grupos de bienes y servicios, desde los alimentos hasta los servicios profesionales y los de recreación. Cada grupo se divide además en subgrupos más específicos.

Esa desagregación permite observar los ritmos de variación de los precios por grupos de bienes y servicios y detectar cuáles son los que tienen mayor o menor incidencia. Y también permite detectar quiénes, en la sociedad, pueden estar siendo más o menos afectados, porque las canastas de consumo de las familias no son iguales al promedio. Al contrario, son muy diferenciadas.

Si observamos nuevamente el gráfico encontramos otras líneas que muestran de qué manera cambiaron los precios de algunos grupos importantes de bienes. Algunos, como los servicios profesionales, no aumentaron, es decir, tuvieron inflación cero. Pero hay otro grupo que tuvo un aumento del 13.54% (los costos de mantenimiento de la vivienda). Entre los dos extremos se sitúan todos los demás grupos.

El gráfico no incluye todas las series para no dibujar un exceso de líneas, y deja solamente las extremas y algunas que permiten ilustrar lo que está sucediendo. De todos esos grupos llama la atención uno que es muy importante, que es el de los alimentos que se consumen en el hogar. Los datos indican que los precios de los alimentos han aumentado bastante más (en un 12.03%) que los precios promedio (8.01%), en tanto que los precios de los bienes de esparcimiento y cultura han aumentado menos (3.2%).

Esto quiere decir que las familias que destinan una mayor parte de sus ingresos a comprar alimentos fueron más golpeadas por la inflación que las familias que tienen un consumo más diversificado y que incluye, por ejemplo, salidas al cine o al teatro.

En general, las familias más pobres son las que destinan una proporción mayor de sus ingresos a la compra de alimentos, en tanto que las familias más ricas son las que tienen un consumo más diversificado. Esto quiere decir que la inflación que estamos viviendo está afectando con más fuerza a las familias más pobres. En términos reales, de capacidad adquisitiva, las está empobreciendo. Por ejemplo, los 1000 bolivianos que podían ganar en febrero del 2006 hoy les representan solamente 892 en términos de los nuevos precios de los alimentos. Los que tienen una canasta de consumo más amplia han perdido también poder adquisitivo, pero probablemente en una proporción incluso menor a la del promedio y hasta es posible que hayan mejorado sus niveles de ingreso. No es el caso de los profesionales, vale decirlo, porque el gráfico muestra que sus honorarios no han aumentado en todo el periodo, de modo que en términos reales hoy están ganando menos que a comienzos del 2006.

En conclusión, si la inflación debe preocupar, no es solamente porque señala problemas en los mercados, como la escasez o la disminución de la producción, o aumentos de demanda por exceso de circulante, sino también porque afecta de manera desigual a las familias y puede provocar, como en el periodo que analizamos, que los pobres se empobrezcan aún más.

Afortunadamente, en declaraciones del Ministro de Planificación del Desarrollo el gobierno ha demostrado que está consciente de este problema, pero debe tomar en cuenta también que no es acallando el debate como se lo resolverá y mucho menos interviniendo en el mercado con subsidios, controles policiales o persecución a intermediarios y comerciantes, que es lo se hizo en el pasado resultando que, al final, los remedios agravaron la enfermedad.


Fuente: Pulso