domingo, 22 de febrero de 2009

Facebook y el rostro del Leviatán (Fernando Estrada Gallego)

Generaciones perdidas. El escandaloso auge de Facebook y las formas de comunicación predominantes entre miles de seres humanos en nuestro tiempo provoca reflexiones metafísicas.

No sólo por transformar la idiotez en ideal de vida, sino por conseguir hundir nuestras capacidades evolutivas desde el homo sapiens. Facebook tipifica un retroceso conservador de tipo cavernario usando avances de tecnología informática. La pesadilla orwelliana vista en una masa de borregos solitaria que necesita el cosquilleo de las multitudes. Una suerte de espejo narcisista para calmar ansiedades y vacíos que lejos de comprenderse como existenciales -a la manera de Sartre o Camus- son precipitaciones de seres sonámbulos entre la bestialidad y la pereza. La generación de Facebook en realidad no se cuenta por edades, porque incluye niños, adolecentes, jóvenes, viejas y viejos errabundos.

El tema central de Facebook son los juegos estratégicos de un mercado que conjuga curiosidad y manipulación de la información. Una sobredosis de imágenes que se desdobla continuamente para retraer el vacío que tiene la gente. Como lo sugería Canneti en su magnífica obra: Masa y Poder al advertir que la fenomenología de la masa únicamente se comprende bajo la sombra del poder que la impulsa. Facebook reproduce capitales para sus gestores, mientras exalta como virtudes los reflejos narcisistas de millones de almas.

Sin embargo, laboralmente, Facebook debe significar para las empresas y compañías una enorme pérdida de capitales. La cantidad de usuarios que permanecen conectados a Facebook durante horas, representan un desgaste de tiempo, recursos, equipos y espacios desaprovechados. Con excepción del mercado de capitales que agrega valores a la cultura del consumidor en Facebook, las empresas y compañías sufren una desvalorización creciente. Como en los juegos de suma cero o juegos de valores absolutos, las causas perdidas en Facebook, son perdidas radicales. Y esto visto por encima. Porque más fondo, Facebook puede transformar una organización en una secta religiosa, con creyentes que se pegan todo el día a la virtualidad de sus propios rostros. La metáfora de Sigmund Freud, proyectada sobre la pantalla.

Para mantenernos en la esfera de los juegos, ¿qué tipo de estrategia a la sombra promueve Facebook? Ante todo la curiosidad, que luego se convertirá en morbosidad colectiva. Aunque se trata de agentes captados psicológicamente con la idea de ser visibles -exponiendo fotografías, gustos y estados emocionales- Facebook atiende a los criterios de individualismo y comunicación.

El cosquilleo de saber que uno es uno, pero que existen millones que quieren ser uno. Y la ansiedad de comunicación. Sólo que se trata de emplear una comunicación sin compromiso, tácita, que puede mostrarse cuando se requiere, polisémica. Esto es, dice todo y no dice nada.

Los seres de Facebook flotan ligeros, como hojas de papel blanco grabadas en una Red inodora, incolora e insípida. Los juegos de agentes en Facebook han interiorizado unidades de memoria amnésica, agentes capaces de reconocer el mundo en su propio yo.

De modo que los estados de vibración emocional cuentan como parte del ser. Un ser que puede aglomerarse en un parque, en una calle o en una larga marcha. El tema que cuenta no son los motivos ni las razones para estar en medio de la multitud, ni los ideales o consignas que se gritan. El verdadero tema es la pertenencia anómica a la eternidad. Y los cosquilleos que produce el saber que puedes hacer parte de ese espectáculo. Facebook debe exaltarse, además, como un
capítulo inédito de poder político, un nuevo rostro del Leviatán.

persuacion@gmail.com
Fuente: Analitica.com