miércoles, 13 de febrero de 2008

El país más desigual... (Roberto Laserna)


Bolivia no es ciertamente un modelo de equidad, pero está muy lejos de ser es “el país más desigual”, como afirman muchos informes de organismos internacionales y no pocos documentos políticos. Es que en ellos la desigualdad se define en base a la distribución del ingreso. Pero en una economía heterogénea como la nuestra, en la que una parte de lo que satisface las necesidades de la gente proviene de bienes producidos en el hogar o de transacciones e intercambios no monetarios, resulta más apropiado observar la distribución del consumo. Cuando se procede de esta manera se confirma que en Bolivia la pobreza es un problema mucho más grave que la desigualdad.

La estructura del consumo, que define mejor que los ingresos monetarios la situación económica real de las familias, nos informa que el coeficiente de Gini de Bolivia es del 43.8%, que es mucho más bajo que el 57.8% que se le atribuye al país e incluso inferior al de países como Argentina, Chile, Uruguay y Costa Rica.

La fuente más importante de datos respecto de la situación de las familias bolivianas es la encuesta de hogares que aplica el Instituto Nacional de Estadística (INE). (Ver gráfico)


La base de datos disponible más reciente es la del año 2005.

Esta encuesta es larga y muy detallada, y el personal puede aplicarla en varias visitas a los hogares a fin de completar la información. A los ingresos y gastos se dedica mucho tiempo en la encuesta, pues se trata de obtener información que a veces el propio hogar desconoce si no lleva una contabilidad rigurosa de lo que recibe, vende y compra. Por lo tanto, la información de los ingresos y gastos totales que la familia recibe cada mes no provienen de una sola pregunta, sino de las sumas que se hacen al procesar la encuesta con las respuestas que se han dado acerca de los ingresos y gastos de todos los miembros del hogar. También se hacen esfuerzos para cuantificar el valor monetario de las transferencias gratuitas, de los bienes que se producen y consumen dentro del hogar y de los intercambios de bienes por bienes o bienes por servicios entre familias.

Los especialistas tienen mayor confianza en los datos de gastos que en los de ingresos, debido a que la gente tiende a mencionar cifras inferiores de ingresos. El temor de que los datos se usen para cobrarles impuestos es lo que explica con más frecuencia esa “subdeclaración”, cuando no otros temas de conveniencia personal o grupal. En cambio los gastos se registran con más detalle (cuánto compra de pan al día, cuánto paga de alquiler al mes, etc.), por lo que se obtienen datos más confiables. Y dado que se toma en cuenta el autoconsumo y los intercambios no monetarios, la información sobre gastos proporciona una mejor aproximación a la situación económica real de las personas.

Comparemos las estructuras de ingresos y gastos en Bolivia, en base a la encuesta de hogares del 2005.

En el cuadro que acompaña este artículo se muestra la población dividida en diez grupos de similar dimensión demográfica y ordenados según sus niveles de consumo (deciles, les llaman los estadísticos). En las dos primeras columnas están los porcentajes de ingresos y de gastos que corresponden a cada decil, y en las dos últimas los niveles promedio de ingreso y gasto mensuales por persona.



DECIL --% del Ingreso----% del Gasto---Ing mensual----Gasto mensual
-----------de Hogares ------per capita------per capita -------per capita
---------------1-------------------2----------------3------------------4
----------
10% mas
bajo--------0.29--------------1.67------------65.7----------------70.4
-----
2 -----------1.09--------------3.03-----------118.0---------------128.0
----
3 -----------2.20--------- ----4.06-----------164.9---------------170.8---
4 -----------3.43---------- ---5.14 -----------219.6---------------218.5
5 -----------4.70 -------------6.42 -----------268.3 --------------270.9
6 -----------6.28 -------------7.80 -----------334.4 --------------329.3
7 -----------8.35 -------------9.57 -----------466.7 --------------404.3
8 ----------11.49 ---------- -12.01 -- ---------588.4 --------------507.9
9 ----------16.86 -----------16.34 -- ---------692.2 ----- --------688.0
10% mas

alto -------45.31 -----------33.95 ----------1896.2 ------------1435.7

-------------100 -----------100.00 -----------475.9 ------------- -422.3 -----------

Gini -------- 57.8% --------43.8% ----------48.5% --------------43.8%


Notas: 1 es Ingreso de los hogares por deciles de ingreso, 2 es gastos por persona por deciles de gastos, 3 es ingreso promedio por persona en cada decil de gasto, 4 es gasto por persona por decil de gasto. Datos de la Mecivi 2005, INE

En general suele concentrar la atención en la columna 1, que muestra las proporciones de ingresos monetarios que perciben los hogares, ordenados desde el 10% más pobre hasta el 10% más rico. Vista así, la desigualdad es enorme. Mientras el 10% más pobre de la población recibe solamente el 0.29% de los ingresos, en el otro extremo se encuentra el 10% más rico, que percibe el 45.31% de los ingresos. La distancia, medida por ingreso familiar mensual, es enorme. El decil más rico recibe en promedio 154 veces más que los hogares más pobres. Estos datos suelen expresarse a través de un coeficiente de desigualdad, que se llama de Gini, y que con estos datos alcanza al 57.8%. Es justamente de este dato que ha salido la idea de “el país más desigual”, que se repite tanto en los documentos políticos como en los de la cooperación internacional.

Prestemos ahora atención a las columnas 2 y 4, a las que pocas veces se hace referencia a pesar de que, como anticipamos, se considera que esos datos son más representativos de la verdadera situación económica de la gente.

La columna 2 muestra la desigualdad real. El 10% más pobre gasta el 1.67% del total de los gastos de las familias, y el 10% más rico gasta casi el 34% de ese total. Hay desigualdad pero es menor a la que se vio en el caso de los ingresos. En el decil más pobre el gasto promedio mensual por persona es de 70 bolivianos, en tanto que los más ricos tienen un gasto mensual por persona de 1436 bolivianos, 20 veces más (y no las 154 veces que se veía en la medición del ingreso que tampoco tomaba en cuenta los tamaños de las familias).

Como se afirmó antes, el indicador de desigualdad de Gini calculado con estos datos es del 43.8%, catorce puntos más cerca de la igualdad que el Gini de ingresos.

El gráfico reproduce la misma información mediante las denominadas curvas de Lorenz. Mientras más se acerca la línea a la diagonal, la desigualdad es menor. Los ingresos familiares están representados por la curva con puntos. Los gastos por persona por la línea con cuadrados. Estos tienen una distribución más igualitaria como lo muestra su mayor cercanía a la diagonal.

Por supuesto que hay desigualdades, y no se las puede ni debe ignorar. Pero tampoco se las debe exagerar porque se corre el riesgo de reproducir los errores que las generaron.

Además de los problemas de método que tienen que ver con la recolección y el procesamiento de los datos, que explican en parte las diferencias, esta información refuerza la necesidad de tomar en cuenta la economía del ch´enko que caracteriza a Bolivia. El concepto del ch´enko se refiere a la heterogeneidad estructural y la coexistencia de sistemas de producción y de racionalidades económicas muy diferentes que se relacionan de forma compleja, aprovechándose y obstruyéndose mutuamente. En el análisis estadístico es relevante tomar en cuenta este concepto porque nos recuerda que los datos monetarios dan visibilidad a sólo una parte de la economía, manteniendo al resto en la oscuridad estadística. La desigualdad de ingresos se refiere a esa parte visible, en tanto que la de los gastos toma en cuenta también, por lo menos en alguna medida, a la parte de la economía más oscura o menos monetizada.

Esta información, en definitiva, exige repensar las prioridades de política económica en el país y superar los prejuicios con que se ha mirado el pasado reciente. El problema principal de Bolivia no es la desigualdad sino la pobreza y, por lo tanto, el desafío principal que tenemos por delante es el de la creación de riqueza, no el de su distribución. Tal vez la distribución pueda estar entre los objetivos de los organismos públicos, pero la creación de riqueza solamente se puede alcanzar cuando se convierte en un objetivo de la sociedad en su conjunto. Nunca una burocracia estatal ha sido capaz de cumplir la tarea de crear riqueza en la escala que se necesita para superar la pobreza. Las sociedades, en cambio, sí lo han sido… y muchas veces.

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Fuente: Pulso