domingo, 27 de septiembre de 2009

Marco Enríquez-Ominami, la sorpresa de la campaña chilena (Carlos Vergara)

Mediático, rebelde y contradictorio, este hijo de un líder guerrillero rompió filas con el oficialismo, creció en las encuestas de manera meteórica y hoy, como candidato independiente, convirtió el resultado de las elecciones de diciembre en una incógnita


SANTIAGO, Chile.- El 11 de septiembre de 1973, mientras los Hawker Hunters de Pinochet bombardeaban el Palacio de La Moneda con Salvador Allende adentro, Marco Enríquez tenía sólo tres meses de vida. Su madre, Manuela Gumucio, mujer del mítico guerrillero Miguel Enríquez -fundador del combativo Movimiento Izquierdista Revolucionario (MIR)- fue detenida a las pocas horas. Quién sabe por qué designios superiores algún militar se compadeció de ella y así es como comienza esta historia: con esa madre y ese chico asilados en la embajada de Venezuela.

"Terminamos ahí y partimos a París. Fueron catorce años de exilio. Entré a la embajada de tres meses, y en cinco meses estaba fuera con pasaporte de las Naciones Unidas por más de catorce años de refugiado, ya que me quitaron la nacionalidad, algo muy absurdo", cuenta ese mismo niño convertido, 36 años después, en el hombre del momento en Chile, con una candidatura presidencial independiente que tiene a la Concertación oficialista con los nervios de punta.

"Ser hijo de una leyenda no fue nada fácil", explica él mismo. "No podía eludir las peleas a puñetazos cuando niño. ¿Cómo me iba a acojonar si era el hijo de Miguel? ¿Cuánto hay de él en mí? Mucho y poco. Mucho porque lo admiro, poco porque no lo conocí", dice a LA NACION. Años antes describió a su padre en un documental como "una suerte de Che Guevara un poco más austral".

Volvemos a París. En la Ciudad Luz, Marco tuvo un segundo padre, esta vez el exiliado socialista chileno Carlos Ominami, quien se enamoró de Manuela y decidió adoptarlo. "Se le parece tanto? como que se crió a su lado. A Marco no lo crié con un fanatismo épico por su papá. Cuando tenía como 4 años me preguntó: ¿Quién es mi papá? Y yo, muy tranquila, le contesté: tu papá murió. Y nada más", recuerda Manuela Gumucio.

"A Carlos le debo la vida. Le debo la educación y la alegría. Lo adoro y lo admiro", apunta el abanderado independiente con un guiño. Tiempo después, ya en Chile, el joven cineasta concurriría al Registro Civil para modificar legalmente su nombre, uniendo los dos apellidos por un guión: Enríquez-Ominami. "Uno es del hombre que me dio la vida y otro, el del hombre que me salvó", repite a quien quiera escucharlo.

Primeros pasos políticos

En rigor, Carlos Ominami, otro ex militante del MIR que más tarde se incorporó al gabinete de Patricio Aylwin y hoy es senador, además de darle su apellido fue quien lo impulsó en sus primeros pasos en la política y le abrió las puertas del Partido Socialista.

Marco regresó al país con 17 años. Estudió Filosofía en la Universidad de Chile e intentó, sin éxito, ganar las elecciones por la federación de estudiantes. Su vida pública comenzó pocos años más tarde, de la mano de la televisión, en la cual produjo series de gran audiencia como "La vida es una lotería" y "Mansacue". Asimismo, llevó a cabo un largometraje de dudosa calidad y realizó un curso de cine en París.

Las primeras señas de su disconforme posición política, empero, llegarían recién en 2002, con un controvertido documental llamado "Chile, los héroes están fatigados", una crítica abierta a los personeros de la Concertación, que terminaron, a su juicio, dejando de lado los ideales del pasado. Entre ellos, el ex presidente Ricardo Lagos y su propio padrastro, Carlos Ominami.

"Se convirtieron en esclavos de la eficiencia, sin reparar en los costos. Son ellos los que han caído en la trampa. La izquierda gana las elecciones apelando a su monopolio moral y su pasado de víctima para derrotar a la derecha", reflexiona, en el corolario del documental, el propio Marco, parado frente a la tumba de su padre en el Cementerio General de Santiago.

Una nueva relación, esta vez con una de las animadoras de televisión más populares de Chile, Karen Doggenweiler, llevaría a las masas a retener su rostro y su nombre. Su matrimonio fue tan mediático como su campaña. Con despachos en vivo -un programa de farándula incluso arrendó un helicóptero para cubrir la ceremonia-, Enríquez-Ominami, Karen y la hija de ésta, Fernanda, pasaron a formar una nueva familia. Muy pronto arribaría Manuela, la cuarta integrante del grupo familiar. "Es un buen contrato matrimonial. En el amor soy de derecha y lo más momio que hay", explica el político.

A comienzos de 2006 entró directamente en las arenas políticas, y fue elegido diputado por la región de Valparaíso, reducto histórico de su padrastro, senador por la zona.

Pero sería sólo cosa de meses para que el novel parlamentario se ganara prontamente el apelativo de "díscolo" por un episodio que terminó por definir su perfil rebelde, al viajar a Bolivia junto a un grupo de parlamentarios y solidarizar con los sempiternos reclamos marítimos del país del norte. Su actividad en la Cámara Baja fue bastante prolífica. Presentó decenas de proyectos de ley y cultivó un estilo desprejuiciado marcadamente diferenciado de la estricta disciplina socialista, manifestando por ejemplo un decidido apoyo a causas minoritarias -como los derechos de las minorías sexuales- y polémicas, como su cercanía con el mandatario venezolano, Hugo Chávez, y su negativa a apoyar toda posible censura de la Cámara chilena en su contra.

"Marco no es un anarquista, tiene superclaros los límites, las instituciones, es muy respetuoso de eso. A él no le gusta hacia dónde vamos con estos partidos, con esta forma de hacer las cosas. En ese sentido sí es rebelde y es díscolo", explica su mujer, Karen.

Hasta que un día sucedió lo inevitable. En enero de este año Enríquez-Ominami anunció sorpresivamente su candidatura a través de Facebook, al más puro estilo Obama. La Concertación se negó a incluirlo en las primarias que finalmente condujeron a la elección de Eduardo Frei Ruiz-Tagle como candidato oficialista, y todo terminó con su renuncia al Partido Socialista (PS). Muy pronto se convirtió en el señor de los medios. Su ubicuidad lo ha llevado a estar presente en cuanto programa de radio o televisión lo inviten. Grabó un reality para un canal de cable, que lo siguió todos los días desde el alba hasta el anochecer, fue portada de revistas gay y pro marihuana. Suele anotarse en foros de toda índole y enviar mensajes durante gran parte del día, a través de todos los medios posibles. Sólo con eso consiguió superar con holgura las 36 mil firmas requeridas para inscribir una candidatura independiente, como exige la ley chilena.

Críticas a la Concertación

Todo este esfuerzo lo ha colocado en una posición impensable algún tiempo atrás. "No es fácil para un candidato de 36 años lograr mostrarse como presidenciable. Aun así, para pasar al ballottage Enríquez-Ominami necesita que Frei tropiece", señala el analista político Patricio Navia. Y agrega: "A primera vista, resulta improbable que llegue a La Moneda. Pero también parece imposible que otro candidato llegue a la presidencia sin su apoyo tácito o teniéndolo en contra".

Los ataques no se hicieron esperar cuando se embarcó en abiertas críticas a las políticas concertacionistas, críticas que sus detractores -encabezados por el presidente del PS, Camilo Escalona- solían zanjar llamándolo despectivamente "Marquito". Precisamente Escalona lo considera un personaje anecdótico. "Hemos vivido un período complicado para la Concertación, el tema de los díscolos, algunos de los cuales prosiguen anunciando candidaturas presidenciales al ritmo de grupos musicales de moda, confundiendo la política con la farándula", dispara.

Luego arremetieron contra su esposa -animadora del reality "Pelotón", de gran audiencia-, a quien se le criticó su participación en la campaña a la vez que trabajaba para la televisión pública. "No se metan con mi mujer", desafió Enríquez-Ominami, a sabiendas del capital político que ella le reporta.

Con todo, Enríquez-Ominami parece ser un tipo sin prejuicios. Como cuando reconoció abiertamente en el diario El Mercurio haber consumido drogas. "Sí, hace muchos años yo probé la cocaína y la marihuana. Y he querido decirles a los chilenos que este candidato es de carne y hueso y cometió un error", arguyó aquella vez.

¿Quién es finalmente Enríquez-Ominami? ¿Un político de raza o un aparecido que proviene de la farándula? El debate televisivo del último miércoles pareció decantarse por la primera de estas respuestas. Mientras el candidato de la oposición, Sebastián Piñera, y Eduardo Frei se agredían con acusaciones de bajo calibre, el candidato independiente se mostró, según los expertos, como el único con visión de futuro. La explosión del apoyo ciudadano que genera lo ha hecho trepar de forma geométrica en los cálculos electorales y hoy se perfila como una incómoda sorpresa para la Concertación.

En suma, encumbrado por los mismos vientos que arrastran las voces de quienes lo acusan de "payaso" y "travesti político", Enríquez-Ominami mantiene su sueño. Hoy, con un fuerte apoyo ciudadano que -según la última encuesta de la Universidad del Desarrollo, realizada después del debate- lo tiene a 5 puntos de desbancar a Frei de un eventual ballottage con Piñera, el tipo apuesta a ojos cerrados por sí mismo, a sabiendas de que -tal como le enseñó ese padre al que jamás conoció- la vida, la política y tantas otras cosas son juegos que no dejan espacio al llanto.

Quién es

Nombre y apellido: Marco Enriquez-Ominami

Edad: 36 años

Exilio, cine y polémica: Criado en Francia, donde se exiló su madre, regresó a Chile a los 17. Cursó estudios de Filosofía y Cine e incursionó en la TV y en el género documental. Su obra más polémica es "Chile, los héroes están fatigados" (2002), en que critica a los líderes de la Concertación.

De la TV a la política: Fue elegido diputado por Valparaíso en 2002. Renunció al PS después de que la Concertación no aceptara incluirlo en las primarias y anunció su candidatura independiente reuniendo casi el doble

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Fuente: La Nación de BuenosAires