domingo, 20 de septiembre de 2009

Sin palabra (Jimena Costa)

Los bolivianos en el exterior nunca deberían votar para elegir a un presidente que no los gobierna, sino elegir diputados especiales extraterritoriales que representen sus intereses...

Si bien quedan pocos que creen en la palabra de los políticos y todavía algunos de ellos tenían palabra, el hecho de que los acuerdos se rompan a conveniencia es un serio problema de la política, de la democracia, de la transparencia electoral y del futuro de los ciudadanos bolivianos.

Resulta que la Ley Electoral Transitoria pactada en el Parlamento señala que se les extiende el plazo de permanencia en sus cargos a las autoridades electorales que cumplan su periodo para evitar entorpecer el ya complicado proceso electoral con el nuevo padrón. Sin embargo, el Gobierno rompió el acuerdo y nombró nuevos delegados presidenciales en las cortes departamentales y uno de ellos, al parecer, hasta con prontuario; pero más allá del detallito, resulta que no se respetó el acuerdo.

Hace meses que escuchamos al senador Carlos Böhrt y a otros voceros del oficialismo reivindicando las virginales virtudes del “plan de contingencia” que incluye aprobar el uso del padrón mixto, que por supuesto garantiza que el presidente Morales gane la elección con el 76% de los votos y con fraude, ya que el biométrico dificulta un poco la manipulación —aunque no mucho—, pero cualquier día de nuevo se incumple la palabra empeñada en el pacto político establecido para aprobar la ley, y aprueban el mixto, que es aún peor que el viejo y amañado padrón manual.

Ahora para colmo, después de que se acordara que el voto de los bolivianos en el exterior debe ser el 6% del padrón nacional —alrededor del 211.000 personas—, resulta que con el pretexto de haber sido engañados por “la derecha y la ultraderecha” —como repite tanto el senador Félix Rojas— quieren ampliar el número de electores, que desvirtúan por completo la decisión de los bolivianos que optaron por quedarse en su país. En el referéndum de enero votaron 31.711 personas en Pando, 128.479 personas en Beni, 177.306 personas en Tarija, 200.982 personas en Oruro, es decir que la distorsión ya es imperdonable. Los bolivianos en el exterior nunca deberían votar para elegir a un presidente que no los gobierna, sino elegir diputados especiales extraterritoriales que representen sus intereses, de modo que lo que Gobierno y oposición pactaron en abril fue un absurdo. Si se trata de corregir los errores —como dicen los oficialistas que se hacen embaucar con la oposición—, deberían corregirse varios:

Por ejemplo, los bolivianos en el exterior no deben votar por Presidente sino por diputados especiales extraterritoriales —insisto—; el número de escaños debe ser proporcional a la población en cada departamento, de modo que se debe redistribuir escaños entre departamentos; debe corregirse la sobrerrepresentación rural que implica que el 30% de la población total del país que es rural podrá acceder al 58% de escaños uninominales, mientras que los habitantes de las zonas urbanas quedan severamente subrepresentados; debe restituirse el equilibrio entre regiones, ya que los tres departamentos de occidente tienen 60 escaños (La Paz, Oruro, Potosí), los del valle tienen 53 (Cochabamba, Chuquisaca, Tarija) y los de oriente también 53 (Pando, Beni, Santa Cruz); podría seguir…

El tema de fondo es que si se quiere hacer bien las cosas

—con lo que estoy plenamente de acuerdo—, todo pasa por postergar las elecciones del 6 de diciembre y corregir los problemas con racionalidad e inteligencia y no nada más cambiar cada día la estrategia en la desesperación de pensar que pueden perder el chupete, y que claro, con elecciones limpias y con reglas de juego justas, tal vez nunca podrían volver al poder.

Fuente: Los Tiempos