martes, 22 de septiembre de 2009

La revolución de Juanes (Roberto Giusti)

"Después de ayer algo que estaba petrificado en Cuba comienza a ser removido"


Lo que no pudo lograr en cincuenta años el exilio cubano lo hizo Juanes en poco más de cinco horas. Contra todo pronóstico el cantante colombiano se metió en la boca del lobo, con la anuencia del lobo y más de un millón de personas pudieron salir, por una tarde, de esa inmensa cárcel de la isla cubana para conectarse con el mundo exterior en una suerte de comunión intercontinental que las unió con el resto de la humanidad.

No es la revolución nueva contra la vieja revolución que llegó para cambiarlo todo ya y hoy, como ayer, Cuba amaneció con sus mismas taras y la larga lista de sufrimientos y agravios intacta, pero el sólo hecho de que Juanes haya dedicado una canción a los rehenes de las FARC y a todos los presos detenidos injustamente (incluso los cubanos) o que el cantautor Carlos Varela hiciera lo propio con los exiliados de su país en EEUU, nos da la medida de un hecho político de alcance, hacia el futuro, aún no claramente definido.

Porque no fue un acto cultural, como lo definió a priori Barack Obama, sino un concierto con una profunda carga política, una suerte de encuesta (la primera en medio siglo) en la cual los súbditos del socialismo real pudieron corear, aplaudir, cantar, bailar y cuestionar de manera absolutamente espontánea, en acto de liberación y catarsis colectiva que debe ser el principio de un cambio. No en balde lo gritó Olga Tañón a la multitud bajo el tórrido sol habanero: "It is time to change".

El llamado a la paz, el amor y la reconciliación que sería el leit motiv de la gran concentración en el centro del poder castrista, se convirtió en un canto contra la esclavitud y la dictadura. Por primera vez, en la Plaza de la Revolución, se escuchó clamar a dos artistas (no eran políticos, no eran guerrilleros, no eran dirigentes sindicales, ni siquiera exiliados, vendedores de promesas o militares trucados en tiranos), uno español y otro colombiano, vocalizar estrofas sacrílegas en el reino de la palabra sometida: "dame una isla en el medio del mar y llámala libertad".

No fue entonces, como se ha dicho, un acto de ingenuidad, ni tampoco hubo que leer entre líneas porque después de ayer algo que estaba petrificado comienza a ser removido. Y aunque se trata sólo de un principio es evidente que la revolución cubana está en cuenta regresiva. Por eso un cantautor sin experiencia política, pero animado por nobles convicciones y notable sentido de las oportunidades logró penetrar la inexpugnable burocracia cubana y convencerla de convocar a un acto que podía convertirse en demostración de cuestionamiento colectivo. El señuelo fue que el régimen podría exhibir un gesto de apertura ante el mundo. Y lo fue. Raúl Castro sabe que ya no es posible mantener a Cuba suspendida en el pasado e intenta reciclarse en este tiempo de cambio inevitable. Gorbachov lo intentó y fue barrido.
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Fuente: http://www.eluniversal.com/2009/09/22/opi_art_la-revolucion-de-jua_1570419.shtml