Ante los actos realizados en Venezuela, resulta pertinente preguntar: ¿Estarán los militares bolivianos conscientes de lo que eso significa?
Con esa consigna, Hugo Chávez inauguró el pasado miércoles la parada militar con que todos los años se conmemora la batalla de Carabobo.
El acto, en lo que parece algo más que una casualidad, coincidió con la inauguración de la VI Cumbre Extraordinaria de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), integrada por nueve países que se adhieren al proyecto de “Socialismo del Siglo XII” encabezado por el caudillo venezolano.
“¡Patria y socialismo o muerte!” fue la frase pronunciada en tono marcial por el jefe militar que encabezó el desfile desde un carro blindado al pedir permiso para inaugurar el acto. “¡Venceremos!” respondió el presidente venezolano, dando así la señal de de partida para que los representantes de las Fuerzas Armadas de Venezuela, Cuba, Bolivia, Honduras y Nicaragua den testimonio marcial de su adhesión a “una revolución socialista, pacífica pero armada”, que es como fue descrito el proceso encabezado por Hugo Chávez.
La magnitud y elocuente carga simbólica del acto no es algo que pueda ser visto como algo irrelevante. Es que si bien no es la primera vez que se conmemora con un desfile militar la batalla de Carabobo, lo ocurrido en esta ocasión no tiene antecedentes. En lo cualitativo, porque nunca antes se había realizado una parada militar con la participación de representantes de las Fuerzas Armadas de tantos países. Y en lo cuantitativo, porque los 250 vehículos blindados, y las varias decenas de aviones F-16 y de varias flotillas de flamantes Sukhoi, fueron portadores de un mensaje que sólo puede parangonarse con los que eran propios de la guerra fría, en décadas pasadas, o los de Corea del Norte, en los tiempos actuales.
La otra faceta del encuentro de los presidentes que se adhieren a “la Alba”, en contraste, resulta poco relevante. Es que la insignificancia económica de las transacciones económicas entre los integrantes del bloque lo ha hecho merecedor del calificativo de “club de mendigos” aglutinados alrededor de un repartidor de limosnas, descripción que es respaldada por las cifras.
Como se ve, si bien los avances del grupo son económicamente poco menos que nulos, política y militarmente son dignos de la mayor atención. No es un pequeño detalle que los representantes de las Fuerzas Armadas de seis países se cuadren al oír la voz de mando: “¡Patria y socialismo o muerte!” y que lo hagan con una actitud de franca sumisión.
Tampoco es irrelevante el hecho de que en la declaración final de su encuentro los nueve mandatarios hayan expresado su “respaldo a la Revolución Islámica de Irán, a las instituciones de la República Islámica de Irán, y al gobierno del presidente Mahmud Ahmadinejad”.
Ante tales hechos, resulta pertinente preguntar: ¿Estarán los militares bolivianos conscientes de lo que todo eso significa?
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