El sistema democrático es el método que nos permite vivir todos los actos de la vida bajo los principios y valores del respeto, la justicia, la equidad, el diálogo, la tolerancia, el pluralismo, la interculturalidad, la libertad.
La democracia significa el Gobierno del pueblo bajo las normas establecidas en la ley. Y para la renovación de los gobiernos, la ley electoral señala que se postularán candidatos y partidos políticos. Y como los partidos o agrupaciones políticas generalmente tienen visiones diferentes de la realidad, eligen a sus mejores hombres y mujeres como candidatos, quienes elaboran propuestas diferentes ante la posibilidad de ser electos como gobernantes de un país.
Cada partido o agrupación política, entonces, presenta a sus candidatos y sus programas de gobierno al pueblo, que decidirá con su voto quién será el gobernante. Y como el sistema democrático en sí mismo admite que existen visiones, líderes y programas diferentes, corresponde que sean aquellos líderes quienes expongan y debatan sus visiones de país y sus programas.
Sale a la mesa, entonces, esto de debatir o no debatir. Para algunos se trata de una determinación muy pensada, que merece una decisión calculada al milímetro, pues la confianza en sus líderes o en su programa no es la mejor en momentos de campaña electoral. Para otros se trata de un deber de todos los candidatos, sean quienes fueren, para presentarse a sí mismos, su visión del país y su programa de gobierno, ante el electorado soberano que observa y escucha a quienes postulan para gobernarlo en democracia.
Este pueblo soberano tiene el derecho, y esto debería ser muy claro, el derecho digo, de que quienes desean ser sus representantes “sea en el cargo de Presidente, senadores o diputados” le expliquen cada uno por separado y juntos en un debate cuáles son sus propuestas para resolver los principales problemas que le aquejan y las perspectivas del país que pretenden construir.
Pero no faltarán algunos, los activistas de la vieja política, que buscarán pretextos de todo tipo para no hacer conocer sus propuestas y ponerlas en debate y discusión con los otros candidatos, afirmando que no van a debatir, que debaten sólo con el pueblo, y otros pretextos y disculpas que no tienen ningún sentido. Ese tipo de candidatos no desea contribuir a la democracia de algún modo efectivo a través de estos encuentros que son parte sustancial de la democracia. Y tratan de disculpar su actitud con insultos a los otros candidatos, señalando que deben escuchar a sus “conciencias” y utilizando adjetivos calificativos en un intento por disminuir a sus oponentes.
La política electoral es un procedimiento que busca la elección por el pueblo de servidores públicos que tienen --una vez más lo reiteramos-- el deber de decir cómo van a gobernar, que capacidad tienen para ello y brindar todas las explicaciones a las que el pueblo tiene derecho.
Ojalá lleguemos al momento en que todos y cada uno de los candidatos de una elección presidencial reconozca que tiene como alto deber democrático presentar su propuesta y debatirla frente a los otros candidatos.
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Hace 4 años